domingo, 23 de septiembre de 2012

El desierto de los Tártaros, de Dino Buzzati


Tempus fugit...dijo Virgilio y así sigue siendo y en ese pasar veloz del tiempo nos sentimos atrapados en el confort y la comodidad que suponen las rutinas... y mantenemos trabajos que nos nos aportan ya un gran desarrollo profesional, conservamos parejas que no nos llenan, seguimos  llenando nuestras vidas de comidas familiares, viajes programados, cenas en los mismos restaurantes, tradiciones que no nos convencen... Y, con el otro yo, soñamos con otras personas, viajamos a otros lugares, buscamos nuevos retos profesionales, vivimos otras vidas que no son las nuestras pero que están en nuestro corazón... ¿El confort de las rutinas o la valentía del cambio?

Y eso es lo que le pasa a Giovanni Drogo, el protagonista de esta gran novela que me ha cautivado desde la página dos! Drogo llega a la Fortaleza, una defensa militar fronteriza, ante el desierto de los Tártaros (desierto real y simbólico a la vez... la nada) como destino militar que él supone glorioso. En cuanto llega, se da cuenta que más que un destino es un destierro y quiere regresar, mientras contempla asombrado la ambivalencia de todos sus jefes que odian el lugar y, al mismo tiempo, están atrapados en la Fortaleza, esperando algo y sin saber regresar a una vida normal, a una vida con un futuro diferente.

"Todas esas cosas habían pasado ya a ser suyas y dejarlas le habría causado pena, pero Drogo no lo sabía, no sospechaba que la partida le costaría ni que la vida de la Fortaleza engullía los días, uno tras otro, todos iguales, con velocidad vertiginosa. Ayer y anteayer eran iguales, ya no habría podido distinguirlos, algo sucedido tres -o veinte- días antes- acababa pareciéndole igualmente lejano. Así se desarrollaba, sin que lo supiera, la fuga del tiempo."

En medio de muros, troneras, recintos militares, contraseñas y  reglamentos Drogo va siendo atrapado por lo que supone la Fortaleza, que es el sentimiento de que algo va a pasar que va a cambiar su vida, un ataque enemigo que vendrá desde ese desierto llamado de los Tártaros y que le dará una salida con gloria y honores que le permitirá ser alguien en la vida real, en la vida de la ciudad.

Drogo piensa que nunca será uno de ellos y que un día se irá pero sigue actuando como una mosca atrapada en la tela de araña. Tiene el libro un regusto kafkiano en la forma de trasmitir la angustia al lector sobre el personaje atrapado; de hecho dan ganas de alargar la mano y sacarle de la fortaleza como si de un juego de mesa se  tratara...

El texto entero está cargado de símbolos que dan mucha fuerza expresiva a la intencionalidad del autor. Por ejemplo, la novela se sitúa en una arquitectura de laberinto de la propia Fortaleza que refuerza el concepto de que el protagonista está atrapado, rodeada de un paisaje de montañas y desierto, de rocas, que simbolizan la dureza de la propia vida y dan confort a la vida en la Fortaleza. Por otra parte, los personajes, genialmente distribuidos a lo largo de la trama son arquetipos, muy cercanos al teatro clásico: el comandante Matti como jefe inseguro que se rodea de autoridad, Trotk que necesita reglas para afrontar la vida, el teniente Angustina, que nunca tomará la decisión y asume el devenir de las cosas, el sastre que sentencia y observa pero no actúa, el médico cómplice, y así otros muchos.

No es de extrañar que el prólogo de esta novela sea de Borges, es un texto fantástico que atrapa y entretiene desde la inteligencia y el buen hacer literario que sólo tienen los grandes escritores. Refeleja una gran calidad literaria en todos los elementos narrativos: los personajes, la trama y como se desencadena esta, el paisaje y el entorno en el que se desarrolla la obra, la enorme simbología de todos los elementos (nombres de personajes, tipo de paisaje, etc.), las descripciones y los fantásticos diálogos.


Descubro que esta novela se convirtió en película con el mismo título, El desierto de los Tártaros, fragmento, del director Valerio Zurlini y con música de Ennio Morricone, lo encontré hace un par de días en YouTube. Nada menos que con Francisco Rabal y Vittorio Gasman! Hay que verla... y leeré los cuentos de este autor, como me ha recomendado Juan.

¿Y cómo es Buzzatti. que apenas murió en 1972? Sentí curiosidad...



La decisión de partir y emprender una nueva vida se va postergando indefinidamente y como lectores contemplamos a un personaje que sigue esperando el combate, que se siente atraído por el desierto (la nada y, a la vez, la esperanza de que pase algo) postergando la decisión de irse.. Y, eso es, lo que en algunos momentos, hacemos todos con algunas cosas de nuestras vidas, sentirnos cómodos en una rutina aún a costa de perdernos otras oportunidades, de arriesgar, de elegir nuestro destino y no dejarnos llevar...


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