domingo, 30 de septiembre de 2012

"El colombre", cuento de Dino Buzzati


Comparto un regalo que me han hecho... una lectura breve para antes de acostarse! Y para que aprendamos a reconocer las ironías del destino sin permitir que se nos haga tarde para cumplir nuestros sueños...


El colombre

"Cuando Stefano Roi cumplió los doce años, pidió como regalo a su padre, capitán
de barco y patrón de un bonito velero, que lo llevase consigo a bordo.
—Cuando sea mayor —dijo—, quiero navegar por los mares como tú. Y mandaré
barcos todavía más bonitos y grandes que el tuyo.
—Dios te bendiga, hijo mío —respondió su padre. Y como justamente aquel día su
carguero debía partir, se llevó al chico consigo.
Era un espléndido día de sol; el mar estaba tranquilo. Stefano, que nunca había
subido al barco, paseaba feliz por cubierta admirando las complicadas maniobras del
aparejo. Y preguntaba esto y lo otro a los marineros, que, sonriendo, se lo explicaban
todo.
Cuando fue a parar a la toldilla, el chico, picado por la curiosidad, se detuvo a
observar una cosa que salía intermitentemente a la superficie a una distancia de unos
doscientos o trescientos metros, allí donde estaba la estela de la nave.
Aunque el carguero volara ya, empujado por un magnífico viento de popa, aquella
cosa mantenía siempre la misma distancia. Y, aunque él no comprendía su naturaleza,
tenía algo indefinible que lo atraía intensamente.
Al dejar de ver a Stefano por allí, su padre, después de haberlo llamado a grandes
voces en vano, abandonó el puente y fue a buscarlo.
—Stefano, ¿qué haces ahí plantado? —le preguntó al verlo finalmente en la popa,
de pie, absorto en las olas.
—Ven a ver, papá.
El padre acudió y miró también en la dirección que le indicaba el muchacho, pero
no alcanzó a ver nada.
—Es una cosa oscura que asoma cada tanto de la estela —dijo—, y que nos sigue.
—A pesar de mis cuarenta años —dijo su padre—, creo tener todavía buena vista.
Pero no veo nada en absoluto.
Como su hijo insistiera, fue en busca del catalejo y exploró la superficie del mar allí
donde estaba la estela. Stefano lo vio ponerse pálido.
—¿Qué es? ¿Por qué pones esa cara?
—Ojalá no te hubiera escuchado —exclamó el capitán—. Ahora temo por ti. Eso
que has visto asomar de las aguas y que nos sigue no es una cosa. Es un colombre. Es el
pez que los marineros temen más que ningún otro en todos los mares del mundo. Es un
escualo terrible y misterioso, más astuto que el hombre. Por motivos que quizá nunca
nadie sabrá, escoge a su víctima y, una vez que lo ha hecho, la sigue años y años, la vida
entera, hasta que consigue devorarla. Y lo más curioso es esto: que nadie puede verlo si
no es la propia víctima y las personas de su misma sangre.
—¿Y no es una leyenda?
—No. Yo nunca lo había visto. Pero como lo he oído describir tantas veces, en
seguida lo he reconocido. Ese hocico de bisonte, esa boca que se abre y se cierra sin
cesar, esos dientes espantosos... Stefano, no hay duda, desgraciadamente el colombre te
ha elegido y mientras andes por el mar no te dará tregua. Escucha: vamos a volver ahora
mismo a tierra, tú desembarcarás y nunca más te separarás de la orilla por ningún
motivo. Tienes que prometérmelo. El trabajo del mar no es para ti, hijo mío. Tienes que
resignarte. Por otra parte, en tierra también podrás hacer fortuna.
Dicho esto, hizo invertir el rumbo inmediatamente, volvió a puerto y, con el
pretexto de una inesperada indisposición, desembarcó a su hijo. Luego volvió a partir
sin él.
Profundamente agitado, el muchacho permaneció en la orilla hasta que la última
punta de la arboladura se sumergió detrás del horizonte. Más allá del muelle que cerraba
el puerto, el mar quedó completamente desierto. Pero, aguzando la vista, Stefano
alcanzó a distinguir un puntito negro que aparecía intermitentemente sobre las aguas:
era «su» colombre, que iba lentamente de aquí para allá, empeñado en esperarlo.
Desde entonces se emplearon todos los recursos posibles para alejar al muchacho
del deseo del mar. Su padre lo mandó a estudiar a una ciudad del interior distante
centenares de kilómetros. Y durante algún tiempo, distraído por su nuevo ambiente,
Stefano dejó de pensar en el monstruo marino. Sin embargo, cuando en las vacaciones
de verano volvió a casa, lo primero que hizo en cuanto dispuso de un minuto libre fue
apresurarse a ir a la punta del muelle para hacer una especie de comprobación aunque
en el fondo lo considerase superfluo. Aun admitiendo que toda la historia que le contara
su padre fuera verdadera, después de tanto tiempo el colombre sin duda habría
renunciado a su asedio.
Pero Stefano se quedó allí parado, con el corazón desbocado. A unos doscientos o
trescientos metros del muelle, en mar abierto, el siniestro pez iba arriba y abajo con
lentitud, sacando de cuando en cuando el hocico del agua y volviéndolo hacia tierra,
como si mirase ansiosamente si Stefano Roi aparecía por fin.
De esta suerte, la idea de aquella criatura enemiga que lo esperaba noche y día se
convirtió para Stefano en una secreta obsesión. E incluso en la lejana ciudad le ocurría
despertarse en plena noche víctima de la inquietud. Estaba a salvo, sí, centenares de
kilómetros lo separaban del colombre. Y, sin embargo, sabía que más allá de las
montañas, más allá de los bosques, más allá de las llanuras, el escualo lo aguardaba. Y
que, aunque se trasladara al continente más remoto, el colombre se apostaría en el
espejo del mar más cercano con la inexorable obstinación de los instrumentos del
destino.
Stefano, que era un muchacho serio y diligente, continuó sus estudios con provecho
y apenas fue un hombre encontró un empleo digno y bien remunerado en un almacén de
la ciudad. Mientras tanto, su padre murió víctima de una enfermedad. Su viuda vendió
su magnífico velero y el hijo se halló en posesión de una discreta fortuna. El trabajo, las
amistades, las distracciones, los primeros amores: ahora Stefano se había hecho ya su
vida, pero, a pesar de todo, el pensamiento del colombre lo perseguía como un
espejismo a la vez funesto y fascinante; y, con el paso de los días, en vez de
desvanecerse, parecía hacerse más insistente.
Grandes son las satisfacciones de la vida laboriosa, holgada y tranquila, pero aún
mayor es la atracción del abismo. Apenas había cumplido Stefano veintidós años
cuando, tras despedirse de sus amigos y abandonar su empleo, volvió a su ciudad natal y
comunicó a su madre su firme intención de seguir el oficio paterno. La mujer, a quien
Stefano jamás había hecho mención del misterioso escualo, acogió con júbilo su
decisión. En el fondo de su corazón, que su hijo hubiera abandonado el mar por la
ciudad siempre le había parecido una puñalada a las tradiciones de la familia.
Y Stefano comenzó a navegar, dando prueba de dotes marineras, de resistencia a las
fatigas, de ánimo intrépido. Navegaba, navegaba y en la estela de su carguero, de día y
de noche, con bonanza y con tempestad, se afanaba el colombre. Él sabía que aquella
era su maldición y su condena, pero quizá por eso mismo no tenía fuerzas para apartarse
de ella. Y a bordo nadie veía el monstruo excepto él.
—¿No ven nada por allí? —preguntaba de cuando en cuando a sus compañeros
señalando la estela.
—No, no vemos nada. ¿Por qué?
—No sé. Me parecía...
—¿No habrás visto por casualidad un colombre? —decían ellos entre risas al
tiempo que tocaban madera.
—¿De qué se ríen? ¿Por qué tocaban madera?
—Porque el colombre es un bicho que no perdona. Y si se pusiera a seguir a esta
nave, eso querría decir que uno de nosotros estaba perdido.
Pero Stefano no cedía. La constante amenaza que iba en pos de él parecía más bien
multiplicar su voluntad, su pasión por el mar, su arrojo en los momentos de fatiga y
peligro.
Una vez se sintió dueño del oficio, con el pequeño caudal que le había dejado su
padre adquirió junto con un socio un pequeño vapor de carga, luego se hizo su único
propietario y, gracias a una serie de travesías afortunadas, pudo a continuación comprar
un verdadero buque mercante y apuntar a metas cada vez más ambiciosas. Pero los
éxitos, los millones, no conseguían apartar de su ánimo aquel continuo tormento; y
nunca, por otra parte, se le pasó por la cabeza vender y retirarse a tierra para emprender
negocios distintos.
Navegar, navegar, ése era su único afán. Apenas ponía pie en cualquier puerto
después de largas travesías, en seguida lo espoleaba la impaciencia por partir. Sabía que
allá lo esperaba el colombre y que el colombre era sinónimo de perdición. Era inútil. Un
impulso indomable lo arrastraba de un océano a otro sin descanso.
Hasta que de pronto un día Stefano reparó en que se había hecho viejo, viejísimo; y
ninguno de los que lo rodeaban sabía explicarse por qué, siendo rico como era, no
dejaba por fin la azarosa vida del mar. Viejo, y amargamente infeliz, porque toda su
existencia se había gastado en aquella especie de loca fuga a través de los mares para
escapar de su enemigo. Pero para él siempre había sido más fuerte que la dicha de una
vida holgada y tranquila la tentación del abismo.
Y una tarde, mientras su magnífica nave se hallaba fondeada frente al puerto donde
había nacido, se sintió próximo a morir. Entonces llamó a su segundo oficial, en quien
tenía mucha confianza, y le instó a que no se opusiera a lo que pensaba hacer. El otro se
lo prometió por su honor.
Una vez seguro de esto, Stefano reveló al segundo oficial, que lo escuchaba
turbado, la historia del colombre que durante casi cincuenta años lo había seguido sin
cesar inútilmente.
—Me ha seguido de un confín a otro del mundo —dijo— con una fidelidad que ni
el amigo más noble habría podido mostrar. Ahora me voy a morir. También él, ahora,
estará terriblemente viejo y cansado. No puedo traicionarlo.
Dicho esto, se despidió, hizo arriar un bote y, después de hacer que le dieran un
arpón, partió.
—Ahora voy a su encuentro —anunció—. Es justo que no lo defraude. Pero lucharé
con las fuerzas que me quedan.
Con débiles golpes de remo se alejó del barco. Oficiales y marineros lo vieron
desaparecer a lo lejos, sobre el plácido mar, envuelto en las sombras de la noche. En el
cielo, como una hoz, lucía la luna.
No tuvo que esforzarse mucho. Súbitamente, el horrible hocico del colombre
emergió al lado de la barca.
—Aquí me tienes por fin —dijo Stefano—. ¡Ahora es cosa nuestra!
Y, reuniendo sus últimas energías, levantó el arpón para lanzarlo.
—Ah —se quejó con voz suplicante el colombre—, qué largo camino hasta
encontrarte. También yo estoy destrozado por la fatiga. Cuánto me has hecho nadar. Y
tú huías, huías. Y nunca has comprendido nada.
—¿Por qué? —dijo Stefano picado en su orgullo.
—Porque no te he seguido por todo el mundo para devorarte, como tú pensabas. El
único encargo que me dio el rey del mar fue entregarte esto.
Y el escualo sacó la lengua, tendiendo al viejo capitán una esfera fosforescente.
Stefano la cogió entre los dedos y miró. Era una perla de tamaño desmesurado.
Reconoció en ella la famosa Perla del Mar que procura a quien la posee fortuna, poder,
amor y paz de espíritu. Pero ahora era ya demasiado tarde.
—Ay de mí —dijo meneando tristemente la cabeza—. Qué horrible malentendido.
Lo único que he conseguido es desperdiciar mi existencia; y he arruinado la tuya.
—Adiós, hombre infeliz —respondió el colombre. Y se sumergió en las aguas
negras para siempre.
Dos meses más tarde, empujado por la resaca, un bote arribó a una áspera escollera.
Fue avistado por algunos pescadores que, movidos por la curiosidad, se acercaron. En el
bote, todavía sentado, había un blanco esqueleto; y, entre sus dedos descarnados,
sujetaba un pequeño guijarro redondo.
El colombre es un pez de grandes dimensiones, espantoso a la vista, sumamente
raro. Dependiendo de los mares y de los pueblos que habitan las orillas, recibe también
el nombre de kolomber, kahloubrha, kalonga, kalu-balu, chalung-gra. Curiosamente, los
naturalistas desconocen su existencia. Hay quien sostiene que no existe."


... que no sea ya demasiado tarde! 
Ain't no Mountain High Enough, maravillosa versión de Marvin Gaye que nos desarma fronteras y barreras...


Migas manchegas en Villarrubia


Migas manchegas en septiembre...


Las migas son una comida humilde y son una comida de compadres, de comadres... como hacemos nosotros cada año en Villarrubia. Esta vez ha sido algo especial porque acabamos la tarde en Almagro, viendo unos Entremeses de Cervantes... Y continuamos el domingo de Romería en Villarrubia de Santiago.
Un fin de semana de campo, Romería, La Mancha, Toledo y, sobre todo, un plan de amigos, de esos que te hacen sentir viva y que te limpian la cabeza...

Se acaba septiembre con una gran luna llena en la noche de San Miguel, ahora ya si que comienza el otoño...

Todos los años por estas fechas, Rosa y Fernando nos juntan a los amigos en la casa familiar de Villarrubia de los Ojos, en  Ciudad Real, para tomar unas buenas migas manchegas.

Las migas nos las hacen Lucía y Dolores, con la gran ayuda de Paqui! A Lucia le pedí permiso para sacarla en este blog y, además, le pedí queme contara como nos hacía las migas.  Así es como me lo contó...
 


"Fríes los ajos en poco aceite y añades las guindillas secas, se añade un poco de agua (no toda) y  un poco de sal cuando el agua hierva. Lo dejas dar unas vueltas para que suelte la sustancia. Se añaden  las migas y se revuelve bien, las migas pueden estar "regadas" o bien se añade más agua  a medida que se hacen. Lo importante es que el fuego sea bueno, a medio gas y que se remuevan constantemente."


"Las migas estan hechas según lo que se tarde en secarlas."
"A fuerza de calor y de moverlas es como se quedan sueltas"
Lucía






Ingredientes:
  • 2 bolsas de migas, de 1 /2 kg cada una,
  • 1 cabeza de ajos,
  • 2 guindillas grandes,
  • Aceite, sal,
  • Agua... la que pida (litro y medio aprox.)

                                                                                         El plato de Xris...

Y en este patio las disfrutamos... a veces las migas, siempre el café, siempre la tertulia...


Lucía, Paqui, y Dolores.... gracias por esas migas, este año hasta con chocolate!



Tarde-noche en Almagro, viendo unos Entremeses Cervantinos en el Corral de Comedias, mejor el sitio que la interpretación... en mi opinión! La plaza de Almagro estaba maravillosa de verde...
habrá que volver en julio para ver su festival de teatro clásico y disfrutar una noche de verano y cañas, como es tradición, el mesón y el teatro...


      ENTREMESES CERVANTINOS:

        "El Vizcaíno fingido"
        "La cueva de Salamanca"
        "El viejo celoso"


"Construido en el siglo XVI con la doble función de mesón y corral de farsa, hoy no ha perdido su calidad de escenario"



Y, terminamos, al día siguiente, de Romería en el Castellar, en Toledo, cerca de Villarrubia de Santiago.

Romería junto al Tajo,con una gran comida de amigos en el campo a la que nos invitaron Paola y Nacho, en casa de Fernando... con unas chuletillas de cordero a la brasa de cena, en compañía de una buena panda de amigos!!



domingo, 23 de septiembre de 2012

El desierto de los Tártaros, de Dino Buzzati


Tempus fugit...dijo Virgilio y así sigue siendo y en ese pasar veloz del tiempo nos sentimos atrapados en el confort y la comodidad que suponen las rutinas... y mantenemos trabajos que nos nos aportan ya un gran desarrollo profesional, conservamos parejas que no nos llenan, seguimos  llenando nuestras vidas de comidas familiares, viajes programados, cenas en los mismos restaurantes, tradiciones que no nos convencen... Y, con el otro yo, soñamos con otras personas, viajamos a otros lugares, buscamos nuevos retos profesionales, vivimos otras vidas que no son las nuestras pero que están en nuestro corazón... ¿El confort de las rutinas o la valentía del cambio?

Y eso es lo que le pasa a Giovanni Drogo, el protagonista de esta gran novela que me ha cautivado desde la página dos! Drogo llega a la Fortaleza, una defensa militar fronteriza, ante el desierto de los Tártaros (desierto real y simbólico a la vez... la nada) como destino militar que él supone glorioso. En cuanto llega, se da cuenta que más que un destino es un destierro y quiere regresar, mientras contempla asombrado la ambivalencia de todos sus jefes que odian el lugar y, al mismo tiempo, están atrapados en la Fortaleza, esperando algo y sin saber regresar a una vida normal, a una vida con un futuro diferente.

"Todas esas cosas habían pasado ya a ser suyas y dejarlas le habría causado pena, pero Drogo no lo sabía, no sospechaba que la partida le costaría ni que la vida de la Fortaleza engullía los días, uno tras otro, todos iguales, con velocidad vertiginosa. Ayer y anteayer eran iguales, ya no habría podido distinguirlos, algo sucedido tres -o veinte- días antes- acababa pareciéndole igualmente lejano. Así se desarrollaba, sin que lo supiera, la fuga del tiempo."

En medio de muros, troneras, recintos militares, contraseñas y  reglamentos Drogo va siendo atrapado por lo que supone la Fortaleza, que es el sentimiento de que algo va a pasar que va a cambiar su vida, un ataque enemigo que vendrá desde ese desierto llamado de los Tártaros y que le dará una salida con gloria y honores que le permitirá ser alguien en la vida real, en la vida de la ciudad.

Drogo piensa que nunca será uno de ellos y que un día se irá pero sigue actuando como una mosca atrapada en la tela de araña. Tiene el libro un regusto kafkiano en la forma de trasmitir la angustia al lector sobre el personaje atrapado; de hecho dan ganas de alargar la mano y sacarle de la fortaleza como si de un juego de mesa se  tratara...

El texto entero está cargado de símbolos que dan mucha fuerza expresiva a la intencionalidad del autor. Por ejemplo, la novela se sitúa en una arquitectura de laberinto de la propia Fortaleza que refuerza el concepto de que el protagonista está atrapado, rodeada de un paisaje de montañas y desierto, de rocas, que simbolizan la dureza de la propia vida y dan confort a la vida en la Fortaleza. Por otra parte, los personajes, genialmente distribuidos a lo largo de la trama son arquetipos, muy cercanos al teatro clásico: el comandante Matti como jefe inseguro que se rodea de autoridad, Trotk que necesita reglas para afrontar la vida, el teniente Angustina, que nunca tomará la decisión y asume el devenir de las cosas, el sastre que sentencia y observa pero no actúa, el médico cómplice, y así otros muchos.

No es de extrañar que el prólogo de esta novela sea de Borges, es un texto fantástico que atrapa y entretiene desde la inteligencia y el buen hacer literario que sólo tienen los grandes escritores. Refeleja una gran calidad literaria en todos los elementos narrativos: los personajes, la trama y como se desencadena esta, el paisaje y el entorno en el que se desarrolla la obra, la enorme simbología de todos los elementos (nombres de personajes, tipo de paisaje, etc.), las descripciones y los fantásticos diálogos.


Descubro que esta novela se convirtió en película con el mismo título, El desierto de los Tártaros, fragmento, del director Valerio Zurlini y con música de Ennio Morricone, lo encontré hace un par de días en YouTube. Nada menos que con Francisco Rabal y Vittorio Gasman! Hay que verla... y leeré los cuentos de este autor, como me ha recomendado Juan.

¿Y cómo es Buzzatti. que apenas murió en 1972? Sentí curiosidad...



La decisión de partir y emprender una nueva vida se va postergando indefinidamente y como lectores contemplamos a un personaje que sigue esperando el combate, que se siente atraído por el desierto (la nada y, a la vez, la esperanza de que pase algo) postergando la decisión de irse.. Y, eso es, lo que en algunos momentos, hacemos todos con algunas cosas de nuestras vidas, sentirnos cómodos en una rutina aún a costa de perdernos otras oportunidades, de arriesgar, de elegir nuestro destino y no dejarnos llevar...


Tartar de bonito

Comienza el otoño y esta vez si que receta y libro guardan conexión, al menos en la semántica de los nombres! Un aperitivo de tartar de pescado con un vasito de vino para terminar El desierto de los Tártaros!

El domingo amanece con una bajada de las temperaturas y a mediodía empieza a jarrear en Madrid... ahora si que se acaba el verano, el calor y comienzan a acortarse los días... nos quedan algunos atardeceres llenos de luz pero ya pocos sin frío. Septiembre es un mes difícil para todos y debemos lidiar día a día con la frustración que supone volver a las rutinas, a las propias y a las ajenas: los niños y no tan niños deben volver a la rutina de los estudios, en medio de la rebeldía por no querer abandonar la libertad que a todos nos da el verano, a los mayores, que han convivido en grandes familias en verano, les da la tristeza por volver a una rutina de TV y soledad, septiembre cuesta siempre digerirlo y tenemos ganas de volver a hacer una maleta y partir, aunque sólo sea por un par de días, o tenemos ganas de volar, de partir, de buscar cosas nuevas, de alejarnos de esa vuelta a lo mismo de siempre...

A pesar de todo, es un buen momento para pensar qué es lo que realmente queremos de este otoño, de este trimestre, es un momento para decidir entre el confort que nos dan las rutinas o la valentía de afrontar nuevos retos en lo personal, en lo laboral, en lo afectivo... Y de eso va El Desierto de los Tártaros...

Tartar de bonito del norte (no de atún), aprovechando el final de temporada de un pez magnífico que había en la pescadería...


Ingredientes:

Finas lonchas de bonito crudo; media cebolleta, 1 pizca de mostaza, unas gotas de tabasco, 1 cucharada de tomate natural crudo, unas alcaparras, sal gorda y, si se tiene, un poco de cebollino (yo hoy no tenía).

El bonito se corta primero en tiras muy finas y luego en pequeños dados, se salpimenta y se reserva. A continuación se corta la cebolleta y se cortan también las alcaparras. Se echa todo en un cuenco, se añaden las especies, se remueve bien y se deja reposar una media hora en la nevera, tapado con film transparente.

El tiempo pasa... vuelven las tardes de té, esta vez con Beethoven, con una magnífica versión de la Novena Sinfonía de Barenboim, de la que os paso un extracto y según algunos es una de las mejores versiones que existen, compitiendo con otra de Karajan.


Y si hablamos de cocina y creatividad, no puedo dejar de comentar esta gran idea que comenta hoy Mikel López Iturriaga en su blog de cocina divertido e imbatible, El comidista. Es un post sobre la ensaimada, titulado, "Y la ensaimada se hizo arte", en la que se cuenta el proyecto Ensaimadart  en la que distintos autores decoran cajas de ensaimadas y cuya venta irá destinada a una organización benéfica... ¿Quieres hacer un regalo diferente?

domingo, 16 de septiembre de 2012

Calabacines rellenos

Y las risas se mezclan con el dolor en una sala de urgencias de un hospital cualquiera. Las risas de quienes van con un hueso roto o una lesión deportiva, las sonrisas entre los compañeros de trabajo de esa tarde.... El dolor temporal de quien tiene una dolencia leve y el dolor, finalmente, de quien está grave... El sufrimiento de unos ojos que piden tregua al dolor, que están exahustos de luchar, que ya han bajado a los infiernos de la enfermedad crónica....


Una tarde en el hospital, un momento de reflexión y de asistir al dolor ajeno, al leve y al grave, la vida como un suspiro, como algo que se nos va.... Ojalá no perdamos nunca la capacidad de conmovernos y, menos aún, ante el dolor de la enfermedad porque a todos nos toca en algún momento... Y, por eso, una de mis canciones favoritas, Led Zepelin, Stairway to heaven  Música que nos devuelve a lo cotidiano, que nos permite soñar, mientras cocinamos unos calabacines rellenos con los restos de pollo de un cocido.

Ingredientes:

  • 3 calabacines medianos,
  • Pollo en trocitos (restos del cocido),
  • 1cebolleta,
  • 1tomate,
  • 1cucharada de maicena,
  • 1taza de caldo,
  • Sal y pimienta



Se lavan los calabacines, se cortan por la mitad y se cuecen al fuego o en microndas para que se queden blanditos y se pueda extraer la pulpa con una cucharita. Los calabacines ya sin pulpa se dejan en una fuente de horno, con una base de caldo en el fondo y se salpimentan. Se reservan...

En una sartén con un poco de aceite, se fríe la cebolleta, el tomate en trocitos y se deja dorar un poco. A continuación, se añaden los trocitos de pollo (de restos del cocido), la pulpa de los calabacines, una cucharada de maicena y se remueve bien. Cuando la maicena está ya pasada por la sartén, se añade una taza de caldo, removiendo constantemente para que se espese de forma homogenéa y se sala. Se deja cocer todo 5 minutos y se retira del fuego.

Se rellenan los calabacines con esta mezcla, se espolvorean con queso,seañade un chorro de aceite y se meten en el horno, antes de servir, unos 15 mns a fuego suave.



domingo, 9 de septiembre de 2012

Bacalao con patatas y atardecer en el Bellas Artes

Dar sabor a mi mundo, dar color a lo que pasa a nuestro alrededor, como en la canción de Chicago,  Colour my world,  (o en este otro enlace)que estoy escuchando, con una copa de vino blanco (rosal) mientras cocino un bacalao con patatas...
Es el poder de un buen guiso... con su caldo, sus patatitas, su cebolla... No hay nada mejor que poner una cazuela con un buen guiso en la mesa... ¿Por qué? Porque la salsa para mojar favorece la conversación y la risa, porque pasar del plato individual a la cazuela compartida nos devuelve al grupo, al clan, a lo que somos...



Es un momento para tirar de mi pequeña biblioteca de libros de cocina y acudo a uno reciente, que me llegó en julio, gracia a Mariví... Las mejores recetas de Saber Vivir, de Sergio Fernández Luque, con su receta denominada "Patatas con bacalao y pimientos", que he adaptado un poco a mi manera...





Ingredientes:
  • Tres trozos grandes de bacalao,
  • Un paquete de gambas congeladas,
  • 2 patatas grandes,
  • 1 cebolla grande,
  • 1pimiento verde,
  • 6 dientes de ajo,
  • Una pizca de pimentón,
  • Sal y pimienta,
  • Laurel


Si el bacalao está ya desalado se puede preparar en seguida, en otro caso, hay que desalarlo 24 horas antes.

Se ponen en la cazuela los ajos y la cebolla buen picados, así como el pimiento verde, se dejan sofreir durante unis minutos a fuego medio hasta que estén pochados.  Se añaden entonces las patatas, cortadas previamente en dados de unos 3 cm aprox. Se continua rehogando y se añade un vaso generoso de caldo de pescado; se deja cocer con una hoja de larel unos 20 mns. Finalmente, se añaden las gambas y el bacalao y se deja cocer 5-10 mns más.

Se añade la pimienta y... Ojo con la sal!

Atardecer con Xonia en la terraza del Círculo de Bellas Artes... la luz de atardecer septiembre, que es increíble nos regala un paisaje de la ciudad que es un privilegio disfrutar. La exposición de Robert Capa , La maleta mexicana, (trailer)sobre la Guerra Civil es conmovedora pero difícil de ver... las hojas de contactos son muy pequeñas y hay mucha gente. Subir a la terraza nos devuelve la luz... y escuchar a Melody Gardot, con su Who will confort you, esa voz de jazzera tan personal nos da esa cadencia lenta de las primeras semanas de septiembre en las que volvemos a la rutina!





Luz de agosto, de Wiliam Faulkner

Luz de agosto, de William Faulkner, una novela completa...


En mi retina la luz de finales de agosto en el Mediterráneo...que nos deja azules brillantes, morados de las montañas en el atardecer, grises de las nubes que anticipan las tormentas de agosto.




















 y una música que nos acompañe mientras recogemos los trastos del verano y emprendemos el regreso a casa...  una canción country, de carretera, de las que hacen camino (en este caso de vuelta), con Katheleen Edwards, en Going to Hell.... una canción que transmite serenidad y paz... para un final de verano con luz.



Ahora entiendo porque Mario Vargas Llosa tiene a Faulkner como referente y habla de la novela de este autor como la novela "en su totalidad" porque realmente la visión de Mr. Faulkner de un universo total en un pequeño lugar, que representa el conjunto del mundo, que aúna vivencias y emociones, es algo que veremos en algunos autores del boom iberoamericano, no sólo en Vargas Llosa.

La tensión de lo narrado, de la trama, que se adivina desde el comienzo a través del símbolo  de la humareda que nos identifica el incenduo y nos anticipa un drama, se va modulando a través de los capítulos, creando una atmósfera envolvente para el lector. Un ritmo lento, una atmósfera densa y cargada de tensión que Faulkner va modulando a lo largo de la novela.

Cada personaje tiene su sentido y su porqué y si hay alguien que contribuye a hacer de la trama una estructura redonda es Lena... La mujer sureña y embarazada que busca un padre, un padre genérico para su hijo, el padre, que nos introduce a la trama, nos acompaña, participando en ella y, finalmente, la trasciende, porque se convierte en un símbolo de la vida que continua, dejando atrás la trama novelística.

Además de Lena, hay otros personajes que llevan el peso de la narración, principalnente Christmas, y después  Hightower, (sin hablar de la simbología de los nombres de los personajes, claro!) que transmiten una enorme sensación de fatalidad ante el destino y una gran soledad. Son personajes que llevan el peso de la carga de su desgracia, marcada por su árbol genético, son quienes pagan las culpas del pasado, las suyas y las de otros! Hay otros secundarios naravillosos, como Brown, la señorita Burden, los Hines o Byron. Este último cobra gran importancia porque además de personaje tiene un enorme peso como narrador parcial de los hechos, actor y y narrador.

Racismo, incomprensión, marginación, fanatismo religioso e incultura son algunos de los grandes temas que se tratan en el libro; el linchamiento como solución de justicia, el trasfondo del Ku Klus Kan,  las religiones en la América profunda como forma de identidad colectiva y, como diría Baroja, la lucha por la vida son los temas esenciales que convierten esta novela en una gran obra literaria con valor universal.

Desde luego, muchos escritores lo intentan y Faulkner claramente lo consigue, es una novela completa, total y no me extraña que sea la admiración de otros escritores por cuanto supone un gran dominio de la trama, los ritmos, unos personajes muy bien construidos, una simbología precisa y, en definitiva, un análisis profundo de la esencia humana.

Si fuera escritora, que no los soy más que de estas crónicas, este autor y esta novela serían claramente uno de mis referentes. Como lectora debo decir que he disfrutado como en mis años de juventud de la lectura de una novela en la que yo no decidía nada; he sido una lectora manejada por una trama sutil y compleja, unos personajes que atrapan en su soledad y en su destino, de los que cuesta separarse, y un ritmo narrativo que el autor domina con precisión. Me descubro ante W Faulkner...

¿La llamaremos Lena?


domingo, 2 de septiembre de 2012

Espaguetis picantes para la vuelta de vacaciones


Una pasta de verano, un poco de picante a la español con un puñado de ajos traídos de Mallorca... una canción maravillosa de los viejos tiempos porque todas nos volvemos rubias en verano, porque necesitamos esa energía de la música de algunas canciones como esta de Blondie, Heart of glass.  Hay que ver el vídeo de este enlace que nos recuerda otras modas, otras músicas y otras voces.... gran Debbie Harris!

Ingredientes:

  • 500 gr de pasta fresca;
  • Una cabeza de ajos,
  • unas guindillas,
  • bolas de pimienta,
  • queso rallado


 Se cuece la pasta y se deja al dente (esta, como es fresca, se hace en 2 minutos!). Se reserva con sal y un chorrito de aceite para que no se pegue la pasta.

En una cazuela, se sofríen los ajos con piel y un pequeño corte junto con las guindillas. Cuando los ajos se han pochado y el aceite ha tomado el sabor, se añade la pasta, se echa la pimienta y se remueve un par de minutos.

Se retira y se sirve.
Se añade el queso al gusto